Fotografia de su amigo Ahmed Besha
Vemos en Matug a un
pintor expresionista por naturaleza, dando primacía a la expresión de los
sentimientos más que a la descripción objetiva de la realidad. Eso no indica
que no sea una persona profundamente observadora, todo lo con- trario. Es un
pintor apasionado e inquieto en búsqueda de un estilo propio. Esa inquietud le
lleva a viajar siendo muy joven (acompañado siempre de sus cuadernos y
acuarelas), desde su país de origen (Libya) al otro extremo del mundo
(Venezuela), donde reside algunos años. Su inconformismo le lleva a otros
países de Europa; En Bélgica instala su Taller-Estudio, Alemania, Austria, etc.
para llegar a España y residir durante 6 años.
Y en cada uno de estos países hay un encuentro
con culturas diferentes que influyen en su modo de pintar. Matug es una es-
ponja que absorbe el ambiente en el que vive y que luego reflejará en sus
pinturas a su manera de hacer. Es un pintor intuitivo (a su llegada a España,
re- conoce en la pintura de Miquel Barceló la pintura que él ya hacía). A Matug
no le
interesa ni el color ni la forma (a pesar de ser un excelente di- bujante y conocedor del color), sino la expresión; diríamos que estamos ante un pintor visceral, con la fuerza y el vigor de un toro, en cierto sentido picassiano. En ocasiones su pintura es dura y oscura, de colores fuertes, pero en el fondo late siempre una frágil sensibilidad afectiva. No en vano, ésa sensibilidad le lleva a reflejar en sus pinturas situaciones de injusticia social, como es el caso de la serie “Pateras”.
interesa ni el color ni la forma (a pesar de ser un excelente di- bujante y conocedor del color), sino la expresión; diríamos que estamos ante un pintor visceral, con la fuerza y el vigor de un toro, en cierto sentido picassiano. En ocasiones su pintura es dura y oscura, de colores fuertes, pero en el fondo late siempre una frágil sensibilidad afectiva. No en vano, ésa sensibilidad le lleva a reflejar en sus pinturas situaciones de injusticia social, como es el caso de la serie “Pateras”.
A su llegada a España,
sin modificar el expresionista que late en su interior, dulcifica algo su
pintura. En la serie de “Animales” se permite rallar en lo onírico, recordando
alguna de ellas al maestro Chagall. En los últimos años, introduce elementos
africanos; diríase que Matug añora su tierra natal y logra una síntesis entre
Norte y Sur / África y Europa. Es un pintor prolífico, en su estudio se
amontonan lienzos, cartones, carpetas, papeles que ha recogido a lo largo de
sus viajes.
Cualquier soporte es digno para reflejar su “necesidad de pintar”.
Matug es un pintor lleno de vida y así la refleja en su trabajo, con sus contra-
dicciones.
Javier Pastor, Alicante
2010.
Pintor alicantino, amigo
de Aborawi


